Greg Chin

Gregory Chin

Fundador y Presidente de KDF

En 1998, nuestro hijo Taylor, de tres años, tenía la enfermedad de Kawasaki. Nuestra experiencia fue muy parecida a la de otras familias. Los síntomas de Taylor comenzaron con una fiebre alta repentina un domingo por la noche. La fiebre fue inesperada porque había estado tomando un antibiótico durante los últimos días por una infección respiratoria desconocida. Inmediatamente llamamos al consultorio del pediatra para buscar consejo médico y hacer una cita para la mañana siguiente. Durante los días siguientes, Taylor desarrolló síntomas inusuales adicionales, incluyendo una erupción e inflamación de los ganglios linfáticos, lo que le dio un cuello rígido y le hizo caminar de manera inclinada.

 

A medida que los síntomas se desarrollaron, continuamos buscando ayuda médica. Durante el transcurso de la semana, habíamos llamado o visitado el consultorio del médico todos los días. Cada vez, un médico diferente en la práctica pediátrica lo examinaba. Para el viernes, el pediatra superior de la oficina había examinado a Taylor y dijo que haría algunas pruebas si no mejoraba al día siguiente. Llegó el sábado, y Taylor fue sometido a análisis de sangre y orina. Las pruebas regresaron, y todo lo que el doctor sabía era que Taylor estaba enfermo, así que admitió a nuestro hijo en el hospital infantil local. Para esa noche, los médicos nos dijeron que pensaban que Taylor tenía la enfermedad de Kawasaki. Estábamos devastados porque nunca habíamos oído hablar de la enfermedad de Kawasaki, y pronto nos enteramos del grave daño cardíaco que podría causar. A la mañana siguiente Taylor fue transportado en ambulancia al Children's Hospital Boston, donde fue diagnosticado y tratado oficialmente.

 

Afortunadamente, no sufrió ningún daño cardíaco, y hoy es un joven activo y saludable. Participó en muchos deportes desde que tenía cuatro años. Jugó fútbol universitario en la escuela secundaria y la universidad. Incluso completó el Maratón de Boston. Estamos eternamente agradecidos por su resultado. Sin embargo, sabemos que muchos niños no son tan afortunados. Es por eso que hemos perseverado todos estos años para avanzar en la misión de la Fundación para la Enfermedad de Kawasaki.

 

Si bien se han hecho progresos en la investigación de KD, necesitamos más respuestas. No sólo queremos saber la causa de la KD, sino que también necesitamos saber el resultado a largo plazo de todos los niños que han contraído KD, ya sea que hayan tenido daño cardíaco visible o no. No descansaremos.